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miércoles, 4 de diciembre de 2013



01.09.2013 
ZARAGOZA – NUEVA DELHI – LEH.

 Son las 00:00 de la noche y estamos con toda la familia en la estación de autobuses, como viene siendo ya tradición. Nuestro autobús sale de Zaragoza a las 00:30 y vamos directos hasta la T4 del aeropuerto de Barajas.
Hemos cogido clase supra, mucho más cómoda, con la intención de dormir un poco durante el trayecto.






A las 04.00 de la mañana estamos ya frente a los mostradores de Swiss Air, llevamos ya la facturación hecha, pero tenemos que esperar hasta las 07:00 para poder entregar las mochilas.
A las 09:35 despegamos puntuales con rumbo a Zurich. El avión es cómodo y espacioso y una vez dentro nos han cambiado los asientos a la salida de emergencia porque estaba ocupada por dos niños y por motivos de seguridad no está permitido, así que como os podéis imaginar nos ha venido fenomenal.
En el avión conocemos a Marta, una chica de Murcia que se va a hacer un voluntariado a Calcuta. Es la primera vez que visita India y está deseando empezar a dar clases de inglés a los niños.

 

11:35 aterrizamos en Zurich. Tenemos 50 minutos para cambiar de terminal y como siempre,  se cumple la misma regla. La distancia a la próxima terminal es inversamente proporcional al tiempo de la escala.  Y esta escala no iba a ser una excepción, así que no nos queda otro remedio que correr por el aeropuerto y coger el metro que conecta con nuestro terminal. Llegamos a la puerta de embarque cuando el resto del pasaje ya está embarcando. Es lo que tiene las escalas tan cortas …



12:35 Despegamos rumbo a Nueva Delhi. Los asientos de este avión no son tan cómodos ni espaciosos. Otra de las reglas que suele cumplirse. A mayor duración del vuelo, menor comodidad. Aunque siempre hay excepciones. 


Tenemos por delante   7 horas y media de vuelo, no es mucho en comparación a otros destinos. Afortunadamente la oferta de entretenimiento está bastante bien ( aquí no se cumple otra de las reglas que suele ocurrir: a mayor duración del vuelo, mayor número de películas bodrio )y esto hace que el viaje se nos haga menos pesado.


11:40 hora local, aterrizamos en el aeropuerto de Nueva Delhi. Qué familiar nos resulta todo. Esa moqueta interminable, turbantes imposibles y saris multicolores. Hace tres años que llegamos por primera vez a este increíble país y teníamos ya muchas ganas de volver. Pero esta vez nuestra aventura discurrirá por la región de Ladakh, al norte de la India, una región en el estado indio de Jammu y Cachemira que se encuentra delimitada por el norte por las montañas Kulun  y por la cadena de los Himalayas al sur. Estaremos allí 12 días y después regresaremos a Nueva Delhi para embarcar rumbo a Sri Lanka.


Pasamos los trámites de rigor del control de inmigración y nos dirigimos hacia la salida. Pero primero intentamos cambiar algo de dinero, aunque sabemos que el aeropuerto no es la mejor de las opciones, pero no tenemos otra alternativa. Después de acercarnos a una de las oficinas de cambio y empezar los trámites, nos quieren cobrar una comisión a pesar de decirnos que no cuando hemos ido a preguntar. Así que, nos negamos en rotundo y nos vamos sin cambiar ni un solo euro.
Tenemos que buscar la forma de ir a la terminal 1D ( vuelos locales ) que es de donde sale nuestro vuelo con dirección a Leh. Marta viene con nosotros porque su avión a Calcuta sale de la misma terminal.


Sabemos que existe un autobús gratuito, así que preguntamos los pasos a seguir. Primero tenemos que ir a recoger los billetes junto al pilar nº 10 que se encuentra a la salida de la terminal de llegadas. Enseñando las tarjetas de embarque, te dan el billete para poder viajar gratis. Son las 00:30 y la bofetada de calor nos devuelve a la realidad de hace tres años.  . Entre el cansancio y el calor estamos deseando coger el autobús y meternos otra vez en el aeropuerto …



Media hora más tarde, llegamos  a la terminal de vuelos locales. Aquí los mostradores son non – stop y aunque faltan más de 4 horas para que despegue nuestro vuelo, están abiertos y podemos facturar las mochilas nada más llegar. 



Volamos a Leh con la compañía local Goair. Llegar a Leh no es muy sencillo, dada su ubicación. Tienes la opción de llegar por carretera después de un eterno viaje de casi tres días o en avión. No vuelan muchas compañías, así que los billetes se agotan en seguida y suben de precio rápidamente. Nosotros hemos tenido mucha suerte porque nos han costado 153 € por persona pero diez días más tarde habían subido a casi el doble. Así que el primer consejo que os damos  si queréis volar a Leh es que compréis vuestro billete con mucha antelación,  si no queréis que el presupuesto del viaje se  dispare.




Después de liberarnos de las mochilas, intentamos cambiar dinero. Pero no hay ninguna oficina de cambio en esta terminal y no nos queda más remedio que pagar una botella de agua con la tarjeta de crédito.
Nos sentamos con Marta a cenar. Llevamos unos bocatas de tortilla de patata, made in mamá y compartimos con ella la larga espera hasta que anuncian nuestro vuelo. Nos despedimos deseándole mucha suerte con su proyecto solidario. Estamos muertos.

05:30 Despegamos. Han retrasado el vuelo pero no nos importa porque así veremos amanecer desde el avión. Ver salir el sol en las imponentes cumbres de la cordillera del Himalaya promete ser un espectáculo increíble que no nos queremos perder por nada del mundo. 


Y la verdad es que no nos defrauda. Altas cumbres que asoman por encima de las nubes de color naranja amanecer. Picos rocambolescos, glaciares, lenguas de nieve y un paisaje agreste, que más parece que estemos sobrevolando la luna. Estamos entusiasmados.


Cuando nos acercamos a Leh, nos piden que por favor apaguemos las cámaras. Leh es una región con mucha presencia militar y no está permitido hacer fotos. Pero aún así la atracción del paisaje es tan fuerte que nos tienen que repetir el mensaje hasta 3 veces para que empecemos a hacer un poco de caso.


Son las 06:30 cuando pisamos suelo ladakí y nos recibe con un ambiente frío… qué sensación más agradable cuando hace una hora escasa parece que estábamos en una sauna finlandesa.




Mientras esperamos el equipaje, leemos los primeros carteles informativos a cerca de la altura y de los posibles síntomas que podemos sentir y los consejos básicos para lograr una correcta aclimatación. Leh está casi a 3700 metros y el llamado mal de altura empieza a aparecer a partir de 3000. Es uno de los peajes que uno tiene que estar dispuesto a pagar. Porque es muy incierto y no afecta a todo el mundo por igual.
 Nuestras mochilas llegan sin problemas. La de Luis tarda más de la cuenta y nos viene a la cabeza nuestra inolvidable llegada a Vietnam ….

Nos están esperando a la salida. Nos vienen a buscar desde Barath Guest House, la casa familiar que hemos contratado en Leh.
El trayecto es bastante corto y cuando llegamos Lamu, su propietaria nos recibe con un abrazo. Así da gusto llegar a cualquier sitio.




Nos dejan elegir habitación y la verdad es que por lo que hemos pagado, no podemos pedir más. Habitaciones espaciosas, muy cómodas y sobre todo muy limpias.


Después de instalarnos nos invitan a un copioso desayuno de bienvenida compuesto de té con leche, tostadas con mantequilla y mermelada y una generosa tortilla de queso y cebolla. Conocemos a Vinut, un nepalí que desde el primer momento intenta que nuestra estancia sea de lo más agradable, como todo el personal de la Guest house.


Y decidimos acostarnos un rato. Estamos cansadísimos. Llevamos 27 horas sin dormir. Ya estamos en Leh y tenemos que empezar a tomarnos las cosas a otro ritmo. Comienza el proceso de aclimatación, crucemos los dedos….

12:00 buena hora para salir a dar una vuelta y tener la primera toma de contacto con la población de Leh.
Empezamos ya a acusar la altura. La Guest House está a unos 10 minutos andando hasta el Main Market o centro de Leh.


La calle tiene una leve inclinación que hace que tengamos que pararnos cada dos minutos porque parece que estemos en plena ascensión al Everest. Madre mía, si en vez de dos piernas parece que llevamos dos maderos. Será también el cansancio… supongo. Pero la verdad es que cuesta un poquito respirar mientras andas. Uno de los aspectos más importantes que hay que cuidar cuando expones tu cuerpo a una determinada altitud, es la hidratación. Así que compramos una botella de agua que será nuestra compañera más fiel durante los primeros días, mientras dura el proceso de aclimatación.
 Un cuarto de hora después llegamos al Main Market, centro neurálgico de Leh. Lo encontramos en plena actividad. 




Paseando llegamos al primer templo que está dentro en el mismo centro. Y nos llama la atención tres niños que están mendigando en la puerta. Nos reciben con la mejor de sus sonrisas. Pero eso no es lo que nos llama la atención. Sino sus ojos. Unos ojos verdes que parecen irreales. Unos ojos que nos atrapan y nos hipnotizan. Es momento de sacar la cámara por primera vez y dejarse llevar. Y estas fueron las primeras capturas :











Después de revisar las fotos Luis comenta que con la primera foto, el viaje ya ha merecido la pena. Este destino promete. 
Y no queremos perder ni un segundo más, y decidimos continuar explorando una ciudad que ya nos ha atrapado. 


Nunca había visto unos cielos tan azules, ni respirado un aire tan puro, ni sentido una magia tan especial. Y menos recién llegados. Es una sensación muy extraña. Uno se encuentra raro, físicamente por la altura pero a la vez tiene esa sensación de encontrarse mejor que nunca. Es tan raro… que es difícil de explicar.
Empezamos a preguntar ya algunos precios de excursiones y de alquiler de motos porque nuestra intención es recorrer todo lo que podamos por nuestra cuenta y queremos tener ya alguna referencia.

Sin darnos cuenta se nos han hecho ya las 4 de la tarde. Tenemos que comer algo y sentarnos un poquito. Elegimos Lamayuru restaurant. La verdad es que todos los restaurantes tienen una pinta que invita. Otro de los aspectos que hay que cuidar es la alimentación. Nada de carnes grasas, ni comidas copiosas y por supuesto nada de alcohol. Nuestra elección: momos, tandoree chicken y un cheese garlic naan, que acompañamos de dos cocacolas. Total 450INR, no llega a 5€. Una relación precio, calidad y cantidad inmejorable.


Decidimos continuar dando un paseo, esta vez por el Moti Market. Y nos adentramos en el intrincado de callejuelas. Entre tenderetes, vendedores, templos y olor a especias. Si en algo coincidimos desde un primer momento es que aunque es India, no tiene nada que ver con la India que nosotros conocemos, sobre todo a nivel higiénico. Muchísimo más llevadero.


Andamos muy despacito, porque cada hora que pasa acusamos más la altura. El próximo domingo vemos que se celebra un maratón por la zona. O sea que además hay gente que puede correr en estas circunstancias. A nosotros hoy esto nos parece ciencia ficción. 


Aprovechamos para contratar una tarjeta sim porque en Ladakh, no funcionan nuestros móviles. Por lo visto, según nos confirmaron, anulan la operatividad de cualquier móvil debido a la cercanía con la frontera con Pakistán.
Lo tienen todo muy pero que muy organizado. Y eso que yo al llevar una tarjeta micro SD tuvieron que hacerme un contrato nuevo. Si llevas una normal, te la dan en el acto.
Para hacer un nuevo contrato es necesario presentar el visado y el pasaporte para que te hagan una fotocopia y 5 fotos que te hacen en cualquiera de las numerosas tiendas que puedes encontrar fácilmente. Así que la broma nos salió por la friolera de 5€. Activación, llamadas locales e internacionales  y 1GB de datos.  Pero tenemos que esperar dos días al ser un nuevo contrato. Pues nada, esperaremos….


Hemos visto una Gompa o templo budista que está ubicada en la puerta de entrada a la ciudad de Leh y nos acercamos para visitarla. El silencio reina en todo el recinto, sólo interrumpido por el ruido de las banderas de oración mecidas por el viento. Y desde este privilegiado balcón con vistas a la ciudad de Leh, con las increíbles luces del atardecer, entre banderas de oración despedimos el primer día en esta sorprendente ciudad. 


Y me viene a la mente una de las definiciones de un amigo nuestro cuando desvelamos nuestros planes de visitar Leh que cito textualmente a continuación:
“Leh tiene la misma pinta que Pompeya un momento después que le cayese la ceniza y 15' antes de ser cubierta por la lava. Imagino que desde dentro será otra cosa y que los alrededores dejarán con la boca abierta para haberos atraído hasta allí “




Y es aquí cuando lo empezamos a descubrir. No es la belleza de sus construcciones, pero sí la inmensidad de sus paisajes y esa ubicación tan recóndita que la convierten en un escondite mágico. 


Ya es completamente de noche. El frío se acentúa y tenemos que empezar a pensar en volver al hotel, pero antes paramos en un ciber para conectarnos y dar señales de vida desde el otro lado del mundo. Ahora sí que hay conexión. Y es que solo funciona cuando es de noche y encienden los generadores. Aunque tampoco nos emocionemos, esto es India y los cortes de luz son más frecuentes de lo que uno desearía.  


Cenamos en el hotel el último bocata que traemos desde España y que todavía no nos hemos comido. De jamón serrano y olé….
Wellcome to Ladakh. Primer día, … casi superado. Porque la noche,  fue otra historia .

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3 comentarios:

  1. Un bocata de jamón en Ladakh no tiene precio!!!
    Me encanta la historia, espero con ganas los próximos capítulos.
    Besos

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  2. bonitas fotos ¿que cámara tienes?

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  3. Muchas gracias. Yo estoy casado con Nikon :-)

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