Dicen que de bien
nacido es ser agradecido, y por eso
nuestro primer post después de volver de vacaciones no podía ser otro que un
post de agradecimiento a la familia Ladakhí que nos hospedó en su Guest House
de Leh ( Ladakh )
: Barath Guest House.
: Barath Guest House.
Este año nuestro espíritu aventurero nos ha llevado a conocer una región fascinante del norte de la India. La región de Ladakh, una región en el estado indio de Jammu y Cachemira que se encuentra delimitada por el norte por las montañas Kunlun y por la cadena de los Himalayas al sur.
Por lo poco que habíamos podido ver y leer cuando preparamos nuestro viaje, sabíamos que la belleza de sus montañas remotas y una cultura autóctona muy influenciada por la cultura tibetana ( tanto que se le conoce como el Pequeño Tibet), no nos iban a dejar indiferente.
Luis además tenía un escenario fotográfico poco común, así que tuvimos muy claro desde un primer momento que Ladakh iba a ser uno de los destinos para este 2013. Por fin se haría realidad uno de nuestros destinos pendientes, ya que en el año 2010 tuvimos que posponer nuestro viaje a esta región después de que sufriera unas tremendas inundaciones que devastaron la zona.
Gracias a la información del blog de MésEnllá, decidimos hospedarnos en la Guest House que recomendaban en su diario de viajes: BarathGuest House, regentada por una entrañable familia Ladakhí..
Solo un aspecto nos hacía estar un poco intranquilos en esta primera fase de nuestro viaje y era la incertidumbre sobre cómo iban a reaccionar nuestros cuerpos a la altitud, ya que la altura mínima a la que nos íbamos a exponer durante los 12 días que íbamos a estar en Leh era de 3.700 metros.
Y los síntomas aparecieron, tanto que desgraciadamente el mal de altura nos obligó a realizar una visita inesperada al hospital de Leh.
Caprichos del destino. Luis que practica habitualmente deportes de montaña, tuvo problemas para aclimatarse y necesitó permanecer abrazado a una botella de oxígeno durante un día y medio.
Ahora lo contamos en clave de humor, pero cuando vimos que su saturación era del 75% y la cara de preocupación del médico diciendo que Luis tenía que quedarse ingresado unos dos días y había que esperar a la evolución, nos entró de todo menos risa.
El mensaje fue muy claro: "haceros a la idea de que si no responde al tratamiento con
oxígeno porque los valores son muy bajos, tendréis que coger un vuelo y
abandonar la zona". Ladakh de repente, se nos volvía a esfumar....
En definitiva, que la situación era más bien preocupante así que Luis con una serenidad y templanza dignas de admiración, se puso en seguida manos a la obra y concentó todos sus esfuerzos en recuperarse.
Esta etapa del viaje no estaba prevista, sabíamos que la altura nos podía afectar y que de hecho lo haría, pero no hasta estos extremos.
Pero nuestra naturaleza positiva esa que siempre metemos en la mochila cada vez que nos vamos de viaje y la que hace que de todas las experiencias siempre aprendamos algo, esta vez nos dió una lección que jamás olvidaremos: que el cariño y la generosidad desinteresada no tienen límites.
Durante nuestra
estancia en el hospital Anju y Lamu, estuvieron
constantemente pendientes y preocupados por nosotros.
Siempre que sus obligaciones se lo permitían, se escapaban al hospital para hacernos compañía, para que sintiésemos que no estábamos solos. Nos sentimos protegidos, mimados y cuidados. Aparecían siempre con esa sonrisa, con esa adorable timidez de quien no quiere molestar con su presencia y cargados con bolsas de cariño, tazas, termos de té con leche recién ordeñada, galletas y deliciosos sándwiches de tomate y queso que repartían también entre los compañeros de sala de Luis a los que ni tan siquiera conocían.
La presencia de Anju y Lamu hacía que de repente esas horribles y frías salas de hospital se convirtieran en un ambiente cálido y familiar. Nos inyectaron las dosis de fuerza, cariño y serenidad, que en esos momentos tanto necesitábamos.
Un día y medio
después Luís salía por la puerta del hospital completamente recuperado y con
las mismas ganas o más de seguir disfrutando de nuestro viaje y de recuperar el
tiempo perdido. Y lo hicimos, … vaya que sí lo hicimos. Y ya estamos deseando
empezar a contarlo y compartirlo con todos vosotros.
Dicen que la
amistad es una mano extendida, una sonrisa que anima, una mirada que te
comprende y una palabra que te dice: Aquí estoy.
AMISTAD con mayúsculas es la que Anju y Lamu nos demostraron y nosotros sólo podemos corresponderles de la misma manera, con nuestra AMISTAD y con un GRACIAS, también con mayúsculas, sólo como ellos se merecen.
¡¡¡ GRACIAS POR DEDICARNOS TU TIEMPO !!!
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