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viernes, 11 de octubre de 2013


Dicen que de bien nacido es ser agradecido, y  por eso nuestro primer post después de volver de vacaciones no podía ser otro que un post de agradecimiento a la familia Ladakhí que nos hospedó en su Guest House de Leh ( Ladakh )
: Barath Guest House.


Este año nuestro espíritu aventurero nos ha llevado a conocer una región fascinante del norte de la India. La región de Ladakh, una región en el estado indio de Jammu y Cachemira que se encuentra delimitada por el norte por las montañas Kunlun y por la cadena de los Himalayas al sur.




Por lo poco que habíamos podido ver y leer cuando preparamos nuestro viaje, sabíamos que  la belleza de sus montañas remotas y una cultura  autóctona muy influenciada por la cultura tibetana ( tanto que se le conoce como el Pequeño Tibet),  no nos iban a dejar indiferente.  


Luis además tenía un escenario fotográfico poco común, así que tuvimos muy claro desde un primer momento que Ladakh iba a ser uno de los destinos para este 2013. Por fin se haría realidad uno de nuestros destinos pendientes, ya que en el año 2010 tuvimos que posponer nuestro viaje a esta región después de que sufriera unas tremendas inundaciones que devastaron la zona.



Gracias a la información del blog de MésEnllá, decidimos hospedarnos en la Guest House que  recomendaban en su diario de viajes: BarathGuest House, regentada por una entrañable familia Ladakhí.. 



 
Anju y Lamu sus propietarios,  nos dieron una cálida bienvenida, con abrazo incluido y desde el primer momento hicieron que nos sintiésemos como en casa. Barath Guest House es un alojamiento limpio, cómodo, muy bien ubicado en un entorno tranquilo pero a un paso del centro y regentado por una encantadora familia que siempre está pendiente de que sus clientes se sientan bien atendidos.  Sin lugar a dudas para nosotros la mejor opción de alojamiento en Leh y que recomendamos a todos los futuros viajeros.



Solo un aspecto nos hacía estar un poco intranquilos en esta primera fase de nuestro viaje y era la incertidumbre sobre cómo iban a reaccionar nuestros cuerpos a la altitud, ya que la altura mínima a la que nos íbamos a exponer durante los 12 días que íbamos a estar en Leh era de 3.700 metros.

Y los síntomas aparecieron, tanto que  desgraciadamente el mal de altura nos obligó a realizar una visita inesperada al hospital de Leh.



Caprichos del destino. Luis que practica habitualmente deportes de montaña, tuvo problemas para aclimatarse y necesitó permanecer abrazado a una botella de oxígeno durante un día y medio.


Ahora lo contamos en clave de humor, pero cuando vimos que su saturación era del 75%  y la cara de preocupación del médico diciendo que Luis tenía que quedarse ingresado unos dos días y había que esperar a la evolución, nos entró de todo menos risa.
El mensaje fue muy claro: "haceros a la idea de que si no responde al tratamiento con oxígeno porque los valores son muy bajos, tendréis que coger un vuelo y abandonar la zona". Ladakh de repente, se nos volvía a esfumar....

En definitiva, que la situación era más bien preocupante así que Luis con una serenidad y templanza dignas de admiración,  se puso en seguida manos a la obra y concentó todos sus esfuerzos en recuperarse.




Esta etapa del viaje no estaba prevista, sabíamos que la altura nos podía afectar y que de hecho lo haría, pero no hasta estos extremos. 

Pero nuestra naturaleza positiva esa que siempre metemos en la mochila cada vez que nos vamos de viaje y la que hace que de todas las experiencias siempre aprendamos algo, esta vez nos dió una lección que jamás olvidaremos: que el cariño  y la  generosidad desinteresada no tienen límites. 

Durante nuestra estancia en el hospital Anju y Lamu, estuvieron constantemente pendientes y preocupados por nosotros.


Siempre que sus obligaciones se lo permitían, se escapaban al hospital para hacernos compañía, para que sintiésemos que no estábamos solos. Nos sentimos protegidos, mimados y cuidados. Aparecían siempre con esa sonrisa, con esa adorable timidez de quien no quiere molestar con su presencia y cargados con bolsas de cariño, tazas, termos de té con leche recién ordeñada, galletas y deliciosos sándwiches de tomate y queso que repartían también entre los  compañeros de sala de Luis a los que ni tan siquiera conocían. 


La presencia de Anju y Lamu hacía que de repente esas horribles y frías salas de hospital se convirtieran en un ambiente cálido y familiar. Nos inyectaron las dosis de fuerza, cariño y serenidad, que en esos momentos tanto necesitábamos.

Un día y medio después Luís salía por la puerta del hospital completamente recuperado y con las mismas ganas o más de seguir disfrutando de nuestro viaje y de recuperar el tiempo perdido. Y lo hicimos, … vaya que sí lo hicimos. Y ya estamos deseando empezar a contarlo y compartirlo con todos vosotros.

 Por eso esta entrada está dedicada a vosotros, Anju y Lamu,  como no podía ser de otra forma. Con vuestra sencillez y cariño os habéis hecho un sitio muy especial en nuestro baúl de recuerdos viajeros.

 


 
Dicen que la amistad es una mano extendida, una sonrisa que anima, una mirada que te comprende y una palabra que te dice: Aquí estoy.

AMISTAD  con mayúsculas es la que Anju y Lamu nos demostraron y nosotros sólo podemos corresponderles de la misma manera, con nuestra AMISTAD  y con un GRACIAS, también con mayúsculas, sólo como ellos se merecen.



¡¡¡ GRACIAS POR DEDICARNOS TU TIEMPO !!!
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