03.09.2013 – LEH
- Por la noche es
cuando más se suele acusar los síntomas del mal de altura y damos fe de ello.
Hemos pasado una noche un tanto movidita. A pesar del cansancio, de llevar
tantas horas sin dormir debido al viaje, no hemos podido pegar ojo; nerviosismo, insomnio y algún que otro mareo y mala gana han
sido los principales culpables de una noche, que a mí particularmente, se me ha
hecho eterna. Luis tiene un dolor de cabeza bastante considerable, aunque como es algo que habitualmente sufre, lo lleva con bastante resignación.
Son las 08:00 de la
mañana, hace ya rato que ha salido el sol y tenemos que ponernos en marcha. Un
copioso y estupendo desayuno a base de tortilla de queso y cebolla, tostadas
con mantequilla y mermelada y té con leche recién ordeñada, nos ayuda y mucho a
entonarnos un poco. Visnut, se deshace en atenciones hacia nosotros para que no
nos falte de nada. A las 10:30 ponemos
rumbo hacia el centro de Leh. Parece que hoy nos cuesta un poquito menos andar,
pero aún con todo, nos lo vamos a tomar con mucha calma, y con agua…. mucho agua, por
aquello de la hidratación.
Paramos en uno de
los mercados de artesanía tibetana que hay en la misma calle de nuestra Guest
House. Budas, banderas de oración, joyería de plata, estatuas de bronce, de
latón…. Qué bonito es todo y qué peligro tenemos…. Nos lo llevaríamos todo.
Continuamos
caminando y hacemos una segunda parada en otro mercado tibetano que ayer estaba
cerrado cuando pasamos. Aquí encontramos sobre todo artículos de textil. Ropa
de montaña y accesorios. No podemos evitar hacer las primeras compras y dejar
ya alguna negociación abierta para otro día por no llegar a un acuerdo en el
precio…. Lo dicho, esto empieza a ser muy peligroso.
Al salir del
mercado tibetano, ponemos rumbo hacia Main Market. La mercancía está dispuesta
a lo largo de las aceras de la calle principal. Frutas y verduras se mezclan
con los comerciantes, un puñado de turistas y el tráfico. Pero nada que ver con
el recuerdo que guardábamos de nuestro paso por India. Aquí todo es mucho más
relajado. No existe el estrés… todo fluye, solo hay que dejarse llevar.
Y nos dejamos
llevar con nuestra cámara, y nuestras sospechas se confirman. Aquí no es nada
fácil hacer fotos. Ni pidiendo permiso. Así que hay que acudir al plan B, que
consiste en esconderse e intentar pasar desapercibidos. Y al final logramos
hacer algunas capturas que reflejan lo cotidiano de un día cualquiera en la
ciudad de Leh.
Pasamos por la
puerta de la mezquita de Leh y aprovechamos para visitarla, aunque solo puede
acceder al interior Luis. Está llena y se encuentran en plena oración.
Continuamos
caminando y llegamos al templo dónde ayer vimos a la niña de los ojos verdes.
Esta vez no está con sus hermanos en la puerta. Cruzamos la puerta y nos
encontramos con algunos mendigos. Caras tristes, sobrias, arrugadas y
castigadas. Hasta que en esa gris escena aparece un velo verde que lo vuelve a iluminar
todo. Es la misma niña. Y nos ha visto en seguida. Nos regala una espléndida
sonrisa y podemos robarle alguna foto más. Nos tiene cautivados.
Abandonamos el templo y tenemos que seguir centrándonos en nuestros objetivos
del día que son alquilar una moto con la que recorreremos los alrededores de Leh por un lado y
estudiar la posibilidad de ir hasta el Valle de Nubra por otro.
Al final después de
mirar en unos cuantos sitios, comparar y regatear precios, conseguimos la moto
que queremos. Una Royal Enfield que está prácticamente nueva con apenas 1 año,
por 10€ al día, aunque tendremos que esperar a última hora de esta tarde para cogerla.
Hemos mirado
también los precios para ir hasta el Valle de Nubra, y necesitamos más gente
para hacer un grupo y compartir coche, pero no lo tenemos fácil porque ahora no hay
mucho turismo en esta zona. Son los últimos días antes de que se instale el crudo invierno y llegue de nuevo el aislamiento, así que el tiempo suele ser bastante inestable. No obstante sacamos los permisos para los siguientes 7 días que
nos permitirá acceder al Valle de Nubra y a algunas de las zonas que queremos
visitar en moto por 500 INR - 6€ por persona. Mañana volveremos para ver si la agencia
ha conseguido reunir a más personas.
Es hora de comer, y
lo hacemos en el Restaurante Apple Garden, que anuncia wifi disponible… pero en menos de un minuto escuchamos una de las frases que más nos han repetido en este viaje: "Internet doesn't work", por problemas de la compañía…. Donde he oído yo antes esta misma
historia ¿ Habrá que esperar a la noche, y si tenemos suerte y no hay ningún apagón quizás nos podamos conectar...
Pedimos unos momos de
vegetales y queso que están buenísimos y unos noodles que a pesar de añadir el clásico
“no spicy please” al final, es imposible comerlos de lo que pican.
Parece que el breve descanso durante la comida y la coca cola nos ha ayudado a centrarnos un poco más, porque llevábamos una mañana con una sensación un tanto extraña, como de confusión y pesadez mental que achacamos como no, a la altura. Ahora entendemos los anuncios de los garitos más cool de Leh, dónde los Gin tonics se sustituyen por dosis extras de oxígeno.
Parece que el breve descanso durante la comida y la coca cola nos ha ayudado a centrarnos un poco más, porque llevábamos una mañana con una sensación un tanto extraña, como de confusión y pesadez mental que achacamos como no, a la altura. Ahora entendemos los anuncios de los garitos más cool de Leh, dónde los Gin tonics se sustituyen por dosis extras de oxígeno.
Así que la tarde la dedicamos a pasear tranquilamente por la zona de Changspa, la zona mochilera por excelencia. Hay muchos puestos de artesanía y textil. Volvemos a comprar alguna que otra prenda de montaña a precios irresistibles y seguimos regateando unas mochilas pequeñas de la marca North Face que nos han encargado nuestros amigos. Esperamos aclimatarnos pronto, porque si no esto va a ser nuestra ruina.
A lo largo de la tarde hemos experimentado ya una mejoría, y decidimos intentar la subida a pie a la Shanti estupa. Hay cientos de escaleras, 568 para ser más exactos y la intención es poder contemplar el atardecer desde el mirador que se encuentra a los pies de la estupa y que seguro nos va a regalar unas vistas difícilmente olvidables.
Nos separan 130
metros de desnivel que a 3700 metros se nos hacen interminables. Durante el
trayecto nos acompaña un perrete que desde el centro de Leh ha decidido ser nuestro guía.
Tengo que confesar que en más de un momento pensé que no llegaría, pero ver como el perrete bajaba una y otra vez a buscarme cada vez que me paraba y las impresionantes vistas que pudimos contemplar durante la subida, me hicieron continuar hasta el final. Es increíble lo que el cuerpo cambia cuando lo sometemos a condiciones de altura.
Tengo que confesar que en más de un momento pensé que no llegaría, pero ver como el perrete bajaba una y otra vez a buscarme cada vez que me paraba y las impresionantes vistas que pudimos contemplar durante la subida, me hicieron continuar hasta el final. Es increíble lo que el cuerpo cambia cuando lo sometemos a condiciones de altura.
Y no sólo
conseguimos nuestro objetivo, si no que llegamos justo a tiempo para ver el
atardecer desde el mirador de la Shanti estupa. Las vistas no defraudan, pero
lo que más nos sorprende es el juego de luces que se despliega frente a
nosotros.
De fondo se escucha una música relajante tibetana que se entremezcla
con el Al –Adhan, o llamada a la oración desde la mezquita de Leh. Y frente a
nosotros, Leh a nuestros pies rodeado de montañas de más de 6000metros. ¿Se
puede pedir algo más¿ Si, quizás que estos momentos no acabaran nunca.
No nos hubiéramos
ido de allí de no ser que una vez que el sol nos abandonó el frío empezó
meterse en nuestros cuerpos recordándonos que quizás había llegado la hora de
emprender la vuelta hacia la ciudad.
Nuestro perrete, muy respetuoso él, no ha entrado en el recinto de la estupa, pero sin embargo no sigue esperando a la salida y nos acompaña durante todo el trayecto hasta el centro de Leh.
Nuestro perrete, muy respetuoso él, no ha entrado en el recinto de la estupa, pero sin embargo no sigue esperando a la salida y nos acompaña durante todo el trayecto hasta el centro de Leh.
Ya ha anochecido, hay
muy pocas luces en la calle y nos recuerda mucho cuando en India volvíamos
siempre paseando al hotel a la luz de nuestras linternas. Nos despedimos
finalmente de nuestro guía de lujo. Ha sido un placer conocerte, perrete !
Antes de ir a cenar, vamos a recoger nuestra moto. Firmamos el contrato de alquiler, que viene a decir algo así como que si te la pegas, pagas y si se estropea, llamas, te van a buscar y ellos se hacen cargo de los costes de la reparación…. Esperemos no tener que comprobar ninguna de las dos cláusulas.
Y ahora ya sí,
motorizados nos vamos a cenar. Esta vez hemos elegido el restaurante Gesmo.
Luis se pide un plato de noodles y yo una sopa con noodles para intentar entrar
un poco en calor. Está todo buenísimo y con una muy buena relación calidad
precio. Totalmente recomendable.
Y de repente, nos entra el bajón. Empezamos a acusar el cansancio, así que decidimos volver al hotel. En moto no son ni 5 minutos, los suficientes para llegar en estado de congelación. Y es que en Leh por la noche, no refresca, hace frío y si vas en moto se acusa mucho más.
Lamu sale a recibirnos, es encantadora. Y nos pregunta cómo hemos llevado el día. Después de charlar un ratito con ella, y antes de despedirnos, le comentamos nuestros planes de visitar el monasterio de Thiksey mañana. Queremos asistir a la puya de las 07:00 de la mañana, así que a las 06:00 bajaremos a desayunar.
Nos retiramos a dormir. Estamos muy cansados, llevamos muchas horas sin descansar en condiciones y cruzamos los dedos para que esta noche podamos recuperarnos un poco.
Pero una cosa son
los planes que uno tiene, y otra muy distinta lo que finalmente uno puede
hacer.
Leh, tiene una magia especial, un entorno bellísimo, una atmósfera cautivadora, y una altitud.... que es capaz de cambiar toda tu planificación en un abrir y cerrar de ojos.
¡¡¡ GRACIAS POR DEDICARNOS TU TIEMPO !!!
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