09.09.2012
Lao Cai – Bac
Ha – Sapa
El tratamiento para la malaria, empieza a hacer de las suyas. Luis tiene un dolor de cabeza que casi no puede ni abrir los ojos. Me duele hasta a mí, que no me suele doler casi nunca y además estoy un poco mareada.
Con este buen cuerpo nos despertamos al llegar a nuestro destino.
Miramos el reloj. 8 horas es lo que nos ha costado recorrer los
350 km que separan Hanoi de Lao Cai. Una noche en la que hemos tenido frío y
calor a partes iguales, y aunque las condiciones del vagón son mucho mejores
que en otros viajes de tren que hemos realizado, como por ejemplo los de la
India, el viaje ha resultado ser también un tanto incómodo. Durante algunos
tramos la velocidad era tan lenta que veíamos como nos adelantaban hasta las
motocicletas y en otros parecía que íbamos a descarrilar.
Pero por fin hemos llegado a nuestro destino.
Son las 05:30 de la mañana y la estación de Lao Cai está llena de
representantes de agencias de viaje y de turistas soñolientos intentando abrir
los ojos para leer su cartel de bienvenida. Todavía no ha amanecido.
Localizamos nada más salir a nuestro agente y
volvemos a coincidir con la pareja de españoles que han venido sólo a pasar el
día, hacer el treking por Sapa y volver de nuevo en el tren nocturno. … Menudo
palizón !!
Pero cuando no se dispone de mucho tiempo no queda más remedio que
concentrar las actividades.
Nosotros hoy queremos visitar el mercado dominical de
Bac Ha al que acuden las tribus de las
diferentes etnias que viven en la zona de las montañas para hacer sus compras.
A las 06:00 de la mañana nos dejan en un
restaurante cercano a la estación para que podamos desayunar. Por cierto da
igual lo que pidas, que te sirven dos huevos a la plancha. Yo me como el
panecillo con dos quesitos de la vaca que ríe, versión vietnamita que compramos en Hanoi. Después de asearnos un poco y dejar las
mochilas en el restaurante nos vamos a dar una vuelta por Lao Cai. No tiene nada de nada. Simplemente es la
localidad donde llegan los turistas que quieren visitar la zona norte. Aún así
necesitamos estirar un poco las piernas y nos vamos a dar un paseo.
Acabamos visitando un mercado local. Los
comerciantes están preparando los puestos y el género porque la jornada va a
comenzar en breves. Nos miran como si
viniésemos de otro planeta y no es nada fácil interactuar con ellos y no
digamos sacar alguna foto.
A las 07:30 volvemos de nuevo al restaurante.
Lao Cai ya no tiene ningún secreto para nosotros. Y aquí comienza la espera que
nos desespera. Estamos cansados y tenemos que esperar a que vayan llegando el
resto de trenes y la gente que falta en el grupo. Cuánto odio perder el tiempo
esperando, pero no nos queda otro remedio. Aprovechamos el tiempo para
conectarnos y dar señales de vida y entablar conversación con tres señoras ya
mayores de Singapur que son un encanto.
Dos horas después llega una furgoneta llena
de gente. Ya parece que estamos todos y podemos por fin poner rumbo hacia Bac
Ha.
Dos horas es el tiempo que empleamos en hacer un trayecto de unos
48 km. Las carreteras de montaña no permiten ir a más velocidad pero a pesar
del cansancio el hecho de poder disfrutar de estos espectaculares paisajes nos
va cargando las pilas lo suficiente para afrontar lo que nos queda de día.
Cada vez vemos más personas que visten los
trajes tradicionales característicos de cada una de las etnias de la región, y
eso nos indica que estamos a punto de llegar.
En Vietnam existen 54 etnias distintas y los
grupos raciales de la zona de Sapa son muy diversos, siendo los más numerosos
los siguientes:
Étnia Miao: también llamada étnia Hmong (H'Mông), es la étnia más numerosa de Sapa. Sus trajes tradicionales Vietnamitas son en colores negros con decoración en las mangas o bien, trajes coloridos en marrón claro.
Étnia Dao Do: muy parecida a la étnia Hmong, se distinguen porque sus ropas tradicionales son igualmente negras, pero sus sombreros son de color rojo (Dao đỏ).
Étnia Tay: su traje tradicional Vietnamita es sencillo, normalmente de color índigo o azul oscuro (Tày).
Étnia Giay: la étnia de Vietnam cuyo traje está decorado por la parte del cuello en colores muy luminosos, como azules celestes, verdes, rojos y la que más vimos durante nuestro recorrido por el mercado local.
Y nosotros llegamos a eso de las 11:00. Esto
es lo que más me desespera al ir en grupos organizados. Que después de
estar tanto tiempo esperando en Lao Cai, ahora vienen diciendo que sólo tenemos
una hora y media para recorrer el mercado porque a las 12:30 tenemos que comer.
Lógicamente protestamos, pero obtenemos una cara más bien de indiferencia a
cambio.
El mercado está abarrotado y la mayoría de
comerciantes y compradores está haciendo una pausa para comer en una especie de
comedores comunes.
Menudo festival gastronómico. Abundan los
vegetales, la carne de cerdo asada y el arroz en cantidades que asustan. El
ambiente es de lo más festivo y parece que están celebrando una gran boda a la
que han asistido cientos de invitados que han coincidido en llevar el mismo
traje. La mezcla de etnias, olores y
colores dan un sabor local muy especial.
Así que lo mejor será pasear e intentar pasar desapercibidos y si podemos, hacer alguna foto. En el mercado se vende de todo y se divide en diferentes zonas: Alimentación, tejidos, animales, artesanía y otra que sería una especie de cajón desastre donde lo mismo te venden un cargador de móvil del siglo pasado que un cencerro de búfalo.
La que más llama la atención es la zona de
los tejidos, que son espectaculares en colorido y confección. Y la de los
animales, donde observamos que hay mucho intercambio y donde puedes encontrar
desde un búfalo de agua hasta un cachorro de perro. Finalmente, podemos empezar
a sacar la cámara y disparar alguna foto, aunque no lo ponen nada, pero nada
fácil.
Una vez más asistimos a la
excesiva agresión del turismo hacia uno de los pocos mercados locales
tradicionales que quedan en Vietnam, donde además de ser un lugar de compras e
intercambios comerciales es sobre todo un acto social y un lugar de reunión y
disfrute de las diferentes tribus de las montañas, que viven aislados el día a
día.
Así que si decidís visitarlo, intentar no
interferir en la medida de lo posible en la vida de estas singulares tribus y en el desarrollo de sus actividades.
Y como el que tiene paciencia al final tiene su recompensa, podemos hacer bastantes fotos, eso sí pidiendo permiso antes. Incluso somos testigos de algún que otro momento gracioso, aunque lo que se están fumando contribuyera y mucho a ello.
Y como son tantas las fotos y es difícil elegir, hemos decidido hacer una entrada especial dedicada al mercado de Bac Ha para mostraros lo que dió de sí una hora y media, que publicaremos en breves.
Hasta nos da tiempo de comer. Eso sí, llegamos más tarde que el resto. En la comida conocemos a Juan y a Ruth, una pareja de Barcelona con raíces aragonesas y con los que compartimos el resto del día. La comida aceptable, no inolvidable pero de sabor está bastante buena.
A las 14:00 horas abandonamos el mercado de Bac Ha y nos dirigimos a visitar una típica Villa Hmong, que nos acerca a las casas y forma de vida de las tribus de las montañas. Parece que el tiempo empieza a complicarse y comienza a llover cada vez con más fuerza. Tanto, que tenemos que concluir la visita antes de lo previsto. Y no puedo dejar de contar la anécdota del día donde el término dominguero cobró la máxima expresión en uno de los integrantes del grupo.
De acuerdo que las chanclas se hayan puesto de moda sobre todo las de marca pichiguay, y sea un calzado cómodo, pero para nada es el más adecuado para andar como decimos por aquí, por esos andurriales.
Llueve muchísimo y de repente todos los
caminos se convierten en auténticos barrizales. Y cuando hablamos de barro nos referimos a lo que las fotos reflejan.
El amigo de las chanclas que intenta subir una cuesta embarrada, las pasa canutas porque no para de resbalarse hasta que decide pisar con decisión de manera que se le hunde el suelo y mete la pierna en el barro hasta la rodilla.
Cuando consigue sacarla después de luchar contra el poder de succión del barro, su chancla ha desaparecido y tiene que meter la mano casi hasta el hombro ( y no exagero ) para intentar buscarla, con poco éxito por cierto, en los primeros intentos. Los demás que asistimos a tan dominguera estampa, tenemos que hacer un ejercicio intenso de autocontrol para no partirnos de risa, ejercicio que los de la tribu ni se molestaron en practicar…. Menudo catálogo de dentaduras y carcajadas…. Todavía deben estar revolcados de la risa.
El amigo de las chanclas que intenta subir una cuesta embarrada, las pasa canutas porque no para de resbalarse hasta que decide pisar con decisión de manera que se le hunde el suelo y mete la pierna en el barro hasta la rodilla.
Cuando consigue sacarla después de luchar contra el poder de succión del barro, su chancla ha desaparecido y tiene que meter la mano casi hasta el hombro ( y no exagero ) para intentar buscarla, con poco éxito por cierto, en los primeros intentos. Los demás que asistimos a tan dominguera estampa, tenemos que hacer un ejercicio intenso de autocontrol para no partirnos de risa, ejercicio que los de la tribu ni se molestaron en practicar…. Menudo catálogo de dentaduras y carcajadas…. Todavía deben estar revolcados de la risa.
Una vez rescatada la chancla y el dueño de la misma al que hubo que ayudarle el resto del camino para que no se partiera la crisma, nos subimos de nuevo al autobús para continuar camino.
Una hora después realizamos una nueva parada, esta vez en el paso fronterizo con China, donde nos hacemos las fotos de rigor mientras seguimos conversando con Ruth y con Juan.
A las 17:30 llegamos por fin a Hotel Summit
de Sapa. Después de hacer el check in y tomar una ducha decidimos descansar un
rato hasta la hora de cenar. Aquí los horarios son un tanto exagerados porque
la cena comienzan a servirla a las 4 de la tarde hasta las 8, así que bajamos
media hora antes de cerrar.
Coincidimos de nuevo con Juan y Ruth y
compartimos una agradable cena con ellos. La cena por cierto, está deliciosa.
El cansancio de la noche anterior nos pasa
factura así que entre la opción de ir a conocer el ambiente nocturno de Sapa o
ir directamente a la cama, elegimos esta última. Mañana nos vamos de treking y
queremos estar descansados.
Caemos rendidos en la cama, que nos parece comodísima después de la noche en el vagón del tren. Estamos ansiosos por descubrir los increibles paisajes de las montañas de Vietnam que hemos visto en tantas y tantas fotos. Haberlos, haylos, pero deben estar escondidos detrás de esos nubarrones negros y esa densa niebla que nos recuerda y transporta a una noche cualquiera de noviembre en nuestra querida ciudad de Zaragoza.
Fuera continúa lloviendo y yo continúo cruzando los dedos para que mañana nos acompañe el buen tiempo.
¡¡ GRACIAS POR VISITARNOS !!
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Preciosas fotos... me encantan los mercados y desde luego este que nos enseñáis es una gozada.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Cool !!. Acabamos de colgar una entrada dedicada a este mercado y a los fans como tú. Besos !! ;D
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