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sábado, 1 de febrero de 2014



12.09.2012
- Sapa -

05:30 de la mañana. No puedo dormir más. Tengo dos opciones, o dar vueltas esperando a que Hipnos, Morfeo y el resto de la familia vengan a visitarme de nuevo o coger la cámara  y salir a dar una vuelta. Y este último plan es el que más me convence. 



El sol todavía no ha salido, pero hay luz suficiente para que los arrozales de Sapa cobren vida. La temperatura es estupenda, no hace nada de calor, y por el camino me cruzo con familias que se dirigen con sus aperos para empezar una jornada más de trabajo. Es hora de pasear a los bueyes, lavar en el río y afanarse en los quehaceres del hogar. 


Los primeros rayos de sol asoman e iluminan los campos de arroz. La luz es especial y cambia por momentos, así que decido no perderme este espectáculo y me siento en una piedra a contemplar el amanecer. 


Son las 06:30 y los niños llevan ya media hora desfilando entre los caminos de barro y piedra hacia el colegio. Todos muy repeinados, con sus carteras cargadas, con carita de sueño unos, y con ganas de correr y jugar otros. 

Los más pequeñines necesitan de la ayuda de los mayores para poder caminar. Y no me extraña, porque esos caminos son muy resbaladizos y es complicado mantener el equilibrio, aunque ellos se mueven con una soltura que ya quisiéramos más de uno.


Todos me saludan, algunos todavía medio dormidos, otros con cara de asombro o incluso mostrando la mejor de sus sonrisas. Y contemplando el divertido desfile miro el reloj. Han pasado 2 horas desde que salí de la casa y decido regresar porque nadie me ha visto salir y van a pensar que he desaparecido.


Luis ya se ha despertado. Cuando ha visto que su cámara no estaba, que yo tampoco y conociendo lo poco dormilona que soy se ha imaginado que había ido a explorar mundo.
A las 09.00 nos sirven el desayuno a base de crepes, miel y plátanos acompañados de té y café. Energía para comenzar el día.
Una hora después emprendemos nuevamente el camino. Ahora sí que empieza el verdadero trekking por los arrozales. No nos queremos ni imaginar cómo tiene que ser este trayecto con lluvia. Ahora comprendemos porqué vimos a algunos viajeros llegar el primer día a Sapa con barro hasta las orejas.  Nosotros hemos tenido mucha suerte.
 El día también nos acompaña aunque el terreno está demasiado resbaladizo debido a las lluvias de las semanas anteriores. 
 




Mi cámara sigue estropeada y no puedo hacer ninguna foto, pero Luis no para. La verdad es que el paisaje es espectacular.
 Y estas son algunos de los momentos que disfrutamos durante el camino.



 
 

 

Durante el trayecto sufrimos algún resbalón que otro con susto incluido, hasta que a la tercera y como se suele decir va la vencida. Doy un mal paso y de repente noto un intensísimo dolor en la rodilla. Es tan insoportable que llego incluso a marearme. 

No puedo caminar. ¡¡No me lo puedo creer !! me he lesionado justo ahora, a 5 días de empezar el viaje, de la manera más tonta y aquí, en mitad de la nada. Rectifico, rodeada de cientos de arrozales,  de un grupo de labradores y de una guía que me contemplan con cara de circunstancia sin saber qué hacer. Sólo se me pasan dos cosas por la cabeza, que este tipo de excursiones no incluyen ningún seguro y que Yhan tiene una capacidad de reacción ante este tipo de situaciones que vamos a considerarla más bien nula. 


Aunque siempre viajamos con un seguro médico, aquí no tenemos cobertura, así que tenemos dos opciones, o seguir las instrucciones de Yhan de permanecer sentada y esperar a que me recupere así como por arte de Hmong o resolvernos nosotros mismos la papeleta.
Luis toma las riendas y le pide a una familia de labradores que le tallen un palo de bambú con forma de bastón. Dicho y hecho. Dejan todo lo que están haciendo para atender nuestras peticiones. Y me hacen un superbastón de bambú acabado en punta para que no me resbale por el barro último modelo. Bendito palo, bendita familia y bendito Luis, que me ayudó a continuar porque apoyar la pierna era una misión casi imposible. 

 
Al principio piensas que puede ser un esguince, o una lesión menor. Pero yo que ya había sufrido alguna de estas lesiones en mi etapa más deportiva sabía que esto era más serio. Os adelanto el diagnóstico que conocí una vez llegué a España: Rotura de menisco y ligamento cruzado anterior. Yo es que,  o lo hago a lo grande o no me pongo...

Decidimos continuar para no perder mucho tiempo y antes de que se enfríe más la articulación y el dolor se intensifique. Nos queda como una hora y media para acabar y es todo bajada, la peor situación para una lesión de rodilla. Los dolores  son terribles,  pero no tengo otro remedio que armarme de paciencia y continuar.
El camino no es nada fácil, y aún así tenemos que dar gracias porque no ha llovido,  si no mucho me temo que me hubiera sido imposible continuar y entonces sí que habríamos tenido un problema serio.








La última media hora es cuesta arriba y parece que lo llevo un poco mejor.
Finalmente, llegamos. Y en hora, así que todavía tenemos tiempo de comer hasta que llegue el autobús que nos llevará hasta Sapa.

La verdad es que este trekking ha sido una experiencia única, en la que hemos podido disfrutar de un tiempo inmejorable, de unos paisajes increíbles, de gente encantadora y de algunas de esas escenas que esperas que por fín algún día  desaparezcan. Esas escenas que te recuerdan que todavía hay mucho trabajo por hacer....
 


La comida que nos sirven es más bien justita. Un tazón de noodles con vegetales y tortilla un poco insípido. Yo la verdad es que no tengo ganas ni de comer y se llevan mi cuenco prácticamente sin tocarlo.
Unos niños que están jugando a las tabas se quedan mirando cómo come el grupo de al lado. No piden nada, sólo mantienen sus miradas fijas en los tazones de comida. 


Una de las personas les ofrece su tazón y se abalanzan sobre él con un ansia que a todos nos sorprende. Yhan nos dice que no pasan hambre, pero viendo su reacción es muy fácil pensar justamente lo contrario. 


Es hora de volver, estamos a media hora de autobús de Sapa. Una vez en el hotel, nos despedimos de nuestros compañeros de aventura austriacos. Van con el tiempo muy justo para pegarse una ducha y continuar con su viaje.
Nosotros estamos convencidísimos de que quedarnos una noche más en Sapa ha sido una muy buena decisión. Porque llegar, poder darte una refrescante ducha y descansar un poquito  es algo que no tiene precio.
A las 16:30 nos lanzamos de nuevo a la calle. Teníamos decidido alquilar una moto para movernos mejor por Sapa y ahora con mi lesión más aún.

Mi articulación se ha enfriado, los dolores son más intensos pero me niego a que esta lesión me arruine las tan esperadas vacaciones.
Alquilamos la moto en el hotel. Nos piden 70 000 VND (2.5€) por medio día y 100 000 VND ( 3.5 €) por el día completo. Las automáticas son un poquito más caras. En la calle puede salirte un poquito más barato, pero puestos a tener que dejar los pasaportes, preferimos dejarlos en el hotel.
Sapa es una ciudad vertebrada por empinadas cuestas, así que la opción de la moto es más que tentadora y además esto nos va a permitir salir a explorar los alrededores mañana.





Nos dirigimos a la oficina de turismo para comprar un mapa de la zona  ( 30 000 VND - 1€) y allí nos indican que carreteras tenemos que coger mañana para llegar a los destinos que tenemos marcados.
Después de llenar el depósito, ha llegado el momento de conocer Sapa, una ciudad que es punto de partida de los trekkings y que muchos pasan de largo, pero que merece dedicarle algo más de tiempo.
Es tranquila, bonita, con buen ambiente, encantadora, y un auténtico paraíso para los amantes del material deportivo y de montaña a precios de escándalo. 



Llegamos a una gran plaza llena de puestos de artesanía típica hecha por la tribu Dazo. Un grupo de fotógrafos invitan a una de ellas a posar y la sacan del grupo para acribillarla a fotografías a cambio de dinero. Una vez más asistimos a un claro ejemplo de turismo agresivo y dañino que acaba viciando estos países. Y no podemos por menos que manifestar nuestra clara repulsa a este tipo de actitudes.


Tenemos muy claro nuestro siguiente objetivo. Nos vamos de shopping! Luis al cabo de dos horas está perfectamente equipado para iniciar una ascensión a los Himalayas. 
Pero tenemos un plan mejor; tomarnos unas cervezas acompañadas de patatas fritas al ajo que están de escándalo en uno de los encantadores restaurantes de la calle principal de Sapa y recuperarnos de la agotadora jornada de shopping que nos ha cansado más que los dos días de trekking juntos.

Son las 19:00 horas, el día ha sido largo, intenso y agotador. Decidimos volver al hotel y cenar allí porque los menús que ofrecen son muy variados, abundantes y está todo buenísimo.

Después de cenar intentamos conectarnos desde los ordenadores del hotel para dar señales de vida, pero las conexiones dejan mucho que desear y los equipos informáticos mucho más.
Así que mejor aprovechamos el tiempo para leer, planificar las siguientes etapas de nuestro viaje y  para poner al día el diario.
Aunque pronto nuestras baterías se agotan. Caemos rendidos en la cama. Yo necesito descansar y necesito que la medicación me vaya haciendo efecto y cesen estos terribles dolores de rodilla. ¿Quién ganará la batalla esta noche? ¿mi cansancio o mi maltrecha rodilla ?. Y recordando algunas de las escenas de estos días que sin lugar a dudas te hacen reflexionar,  intento dormir un poco. 







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5 comentarios:

  1. Yo que se de primera mano lo grave que fue tu lesión no puedo sino admirarte por tu fuerza de voluntad y tu capacidad de superación.
    Como siempre, felicidades por las fotos y por el viaje.
    Besicos

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  2. Buf, hace ya 13 años que estuve en Sapa y la verdad es que leer tu artículo me hace recuperar experiencias y sensaciones casi olvidadas...

    Sí, es una zona donde llueve mucho (incluso fuera de la época de monzones) y hay que contar con ello cuando uno emprende el camino entre los arrozales. ¿Vale la pena el esfuerzo? Por supuesto que sí, pues el espectáculo natural y humano es fantástico. Me vienen a la memoria imágenes de gente labrando con bueyes, agachando el riñón para plantar o escardar los arrozales, ofreciéndote sus baratijas para completar sus ingresos...La parte negativa es que en algunos casos son los niños los protagonistas, y en esa edad deberían ocuparse de acudir a la escuela para aprender.

    Sapa es una joya para los amantes de lo étnico y lo antropológico, pues los habitantes de esta zona y otras próximas nada tienen que ver con el resto de vietnamitas en lo cultural, lingüístico e incluso en su aspecto físico y forma de vestir. Imprecindible en todo viaje a Vietnam, en mi humilde opinión.

    ¡Vaya faena lo de la lesión en la rodilla, Sabine! Nunca viene bien un percance como éste, pero en una visita más urbana y con mejores infraestructuras sería más llevadero...

    Felicidades por el artículo y un abrazo fuerte.

    Ricardo Lafita.

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  3. Muchas gracias por vuestros comentarios. Y sí la verdad es que la lesión fue de lo más oportuna, pero esos días en Sapa lo compensaron todo. Un abrazo viajeros !!

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  4. Chulísimas las fotos!! Qué mala suerte lo de la pierna, hay que echarle huev... para seguir adelante con una lesión así!!

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  5. Pués sí, una faena pero entre los antiinflamatorios, los vendajes que me hacía Luis y las ganas de vacaciones salí adelante.

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